Hoy es lunes 2 de mayo. 5 grados Celsius. Me levanto temprano, yoga, medito, desayuno, prendo el aparato este, releo mi trabajo de ayer. lo guardo en un disquete, igual hago con la consulta para mi Doc. Frank se levanta, hoy trae algo de armonía. Me pongo mi ropa de entrevista, camisa cuadritos rojos con blanco, sweater gris cuello V, encapuchado negro, jeans nuevos, zapatos del neuro (ya van tres veces que me los pongo en Chicago). destranco la bici, ya cada día me acostumbro mejor, pongo el cambio suave y arranco entre la brisa que corta y el frío que poco a poco se va entrando por los dedos, entre mis uñas y la carne, y luego por la manga de la camisa, y los tobillos, y pedaleo; que vaina mas rara esta de andar en bicicleta con zapatos de suela, y cruzo ya Loomis y corto por el parque de Colón que hoy lleva un pilotillo naranja de sombrero, un cono de los que ponen cuando están trabajando en la carretera, y llego a Racine y paso cambio y me meto por Morgan y corto ahora por el otro parqueo y ya de cerca voy viendo el CUPPA y el parqueo de bicicletas y por un momento me pregunto si habrá parqueo allá en el edificio al que me dirijo y ya me faltan dos cuadras para llegar y sigo con el impulso y me meto por la acera y veo una bicicleta parqueada y ahí mismo dejo la mía. Sin saber la hora y si estaba yo tarde o no, busco la entrada, busco la entrada, y veo una puerta de vidrio trancada que no abre y un parqueo soterrado para carros y ni una sola persona. Veo entonces un intercom y empiezo a marcar para la suite 404, que frío se pone el metal, y me sale la contestadora explicándome el horario de trabajo y qué joder este, se me va a hacer tarde jodiendo aquí con el aparato este, y vuelvo y marco y otra vez más y nada y llega una señora que se queda observándome y la dejo a ella que intente con la máquina y ella en vez de marcar a una suite marca un código y me pregunta adónde voy. La puerta se abre. Resulta que ella es la recepcionista que había salido y me dice que la siga. Caliento mis manos, las entro en los bolsillos, subimos y llegamos. mi cuerpo aun anestesiado por el frío me siento al lado de la puerta, entonces ella me pregunta mi nombre – no lo entiende – y le avisa a Virginia Warren que he llegado y me avisa a mí que ya ella viene y le explica que yo tenia rato ahí abajo congelándome. ¿Café? no gracias. Y miro al reloj y resulta que estoy puntual, debí haber llegado al menos 10 minutos antes de la hora, que bien, pedaleo rápido… Y llega entonces otra señora al parecer ésta es Virginia Warren, y me invitan a pasar a un salón. ¿Café? No Gracias. ¿Seguro? Sí, seguro, gracias. ¿Té? ~ OK,~ té está bien, gracias. Y nos sentamos. Y pasan las horas, mirar a las personas a los ojos comunica más que cualquier entrecruce de palabras, y todo me pareció interesante y llega la hora de irme al quiropráctico, en realidad, ya debo estar en el consultorio, entonces cierro mi agenda y recojo mis cosas y vamos concluyendo y me despido y me lanzo a pedalear por algunas 5 cuadras más y llego y entro y no está la recepcionista que me gusta y paso y el Dr. Rosen me ajusta la espalda (que desorden tenía yo) y el cuello (que estaba peor) y decido comprar una Tri-Core Pillow (“the highest quality fiber cervical support pillow available” dice el paquete entre las fotografías de personas plácidamente dormidas, esto porque, cuando les tiraron las fotos les regalaron las almohadas y nunca se enteraron del precio), y la amarro de mi canasta y arranco otra vez más. Voy pensando en las cosas que tengo que hacer: llamadas, enviar mi draft del trabajo a la profe para que me mande opiniones, enviar las observaciones para mi consulta del mes de Abril, hacer unas llamadas, imprimir una vaina ahí, luego a la casa a ¡terminar el trabajo!, comer, darle al otro trabajo, de 20 páginas también, para dentro de dos días y que aún no he empezado, uff… el gimnasio se quedará con dolor de mi alma… y así estoy ya en la explanada que queda al este del edificio de 28 pisos, rodeado de unos bonsái gigantes de morado y blanco. Al llegar al UH me desmonto de la bici y la coloco al lado de las barandillas; voy a ponerle la cadena y el U-lock y me doy cuenta que (1) no puedo dejar la almohada en la bici mientras subo, (2) subir con una almohada así debajo del brazo está como medio raro, ¿no? y (3) el disquete en el cual grabé el trabajo que iba a enviar y la consulta para mi Doc lo dejé en la casa. Entonces saboreo el frío otro poco, me caliento las manos en los bolsillos unos segundos, que joder, un viaje para la casa, no planifiqué bien las vainas. Ni modo... A pedalear…
Ya estaba medio cansado y además no quería hacer esfuerzos que me fueran a desajustar el esqueleto, recién salía yo del quiropráctico, que se yo… lo cojo al paso… saludo a Colón que ya no tiene su gorro, y cruzo Loomis. Esta vez, en vez de seguir por encima de la acera con sus sube y baja y secciones escalonadas debido a las raíces de los grandes árboles completamente florecidos, hasta llegar a la bajadita para sillas de ruedas que hay al final de la cuadra, estudio el contén y sin pensarlo mucho me lanzo y logro bajar por ahí mismo. Una vez en la calle, lisa, plana, y cómoda para pedalear, decido tomar otro camino a la casa. No sé bien por qué, pero bueno, sencillamente doblo. Eso hice, averiguaría a según, y empiezo a pensar: Irme por Laflin (como hago cuando vengo a pie) significa entrar por la puerta delantera, o sea, por la puerta de 921 S. Laflin. Pero la bici entra es por la puerta trasera hasta su marquesinita debajo de la escalera de atrás, entonces, si me voy por Laflin tengo que dar una vuelta más larga para entrar por atrás. Entonces me meto por los alleys. Y como este pensamiento que acabo de escribir sucedió en menos de un segundo, ya había llamado mi atención un sillón negro de cuatro plazas, medio deteriorado, justo al lado de unos tanques de basura. Sigo pedaleando y tres casas más adelante veo entonces un cojín verde olivo. Me detengo. Agarro el cojín y me devuelvo; lo pongo encima del sillón, lo estudio, lo levanto de un lado, no es tan pesado aparentemente, no tiene nada roto ni hoyos ni está cojo ni nada, solo algo de polvo y el forro de los cojines del asiento algo gastado. Una sábana negra, o de colores, o una frisa o lo que sea haría un buen trabajo. Miro alrededor, casas vacías, ventanas cerradas, garajes cerrados, televisores encendidos a lo lejos. Lanzo la pregunta al aire abierto y no recibo respuesta, la energía vuelve y me indica montarme en la bici, ni siquiera bajo el cambio ni nada, simplemente pedaleo, pedaleo y llego a la entrada trasera de la casa. Pongo la bici en su puesto y le pongo su U-lock y cojo mi almohada y subo y la dejo y cojo los guantes y vuelvo y bajo y entro a Hawkeye’s, agarro el teléfono y pongo una voz grave y agringada:
Ya estaba medio cansado y además no quería hacer esfuerzos que me fueran a desajustar el esqueleto, recién salía yo del quiropráctico, que se yo… lo cojo al paso… saludo a Colón que ya no tiene su gorro, y cruzo Loomis. Esta vez, en vez de seguir por encima de la acera con sus sube y baja y secciones escalonadas debido a las raíces de los grandes árboles completamente florecidos, hasta llegar a la bajadita para sillas de ruedas que hay al final de la cuadra, estudio el contén y sin pensarlo mucho me lanzo y logro bajar por ahí mismo. Una vez en la calle, lisa, plana, y cómoda para pedalear, decido tomar otro camino a la casa. No sé bien por qué, pero bueno, sencillamente doblo. Eso hice, averiguaría a según, y empiezo a pensar: Irme por Laflin (como hago cuando vengo a pie) significa entrar por la puerta delantera, o sea, por la puerta de 921 S. Laflin. Pero la bici entra es por la puerta trasera hasta su marquesinita debajo de la escalera de atrás, entonces, si me voy por Laflin tengo que dar una vuelta más larga para entrar por atrás. Entonces me meto por los alleys. Y como este pensamiento que acabo de escribir sucedió en menos de un segundo, ya había llamado mi atención un sillón negro de cuatro plazas, medio deteriorado, justo al lado de unos tanques de basura. Sigo pedaleando y tres casas más adelante veo entonces un cojín verde olivo. Me detengo. Agarro el cojín y me devuelvo; lo pongo encima del sillón, lo estudio, lo levanto de un lado, no es tan pesado aparentemente, no tiene nada roto ni hoyos ni está cojo ni nada, solo algo de polvo y el forro de los cojines del asiento algo gastado. Una sábana negra, o de colores, o una frisa o lo que sea haría un buen trabajo. Miro alrededor, casas vacías, ventanas cerradas, garajes cerrados, televisores encendidos a lo lejos. Lanzo la pregunta al aire abierto y no recibo respuesta, la energía vuelve y me indica montarme en la bici, ni siquiera bajo el cambio ni nada, simplemente pedaleo, pedaleo y llego a la entrada trasera de la casa. Pongo la bici en su puesto y le pongo su U-lock y cojo mi almohada y subo y la dejo y cojo los guantes y vuelvo y bajo y entro a Hawkeye’s, agarro el teléfono y pongo una voz grave y agringada:
-Yes, is this Frank Baez? I’m calling because I have a black couch here for you.
Frank medio atontado, todavía no me reconoce…: -Eh, a black couch? Where?
-It’s here on one of the alleys close to Loomis, right after going through Columbus Park.
Frank se ríe porque en realidad el parque no se llama así, le decimos así en alegoría al parque Colón de allá de la zona… entonces con mi voz normal le explico y acordamos juntarnos ahí en la esquina. Espero, espero, me alejo del mueble y llego a la esquina, miro hacia el parque y nada de Frank, miro hacia el mueble que está a media cuadra de donde estoy yo, y veo que viene un tipo, me apresuro para llegar primero que él al mueble, y preparo la frase “sorry, it’s already taken, I’m just waiting for my pickup” para decírsela en caso de que me viniera a saltar con alguna movida o que le interesase MI mueble. Y me quedo cerca del mueble, MI mueble, hasta que se va el tipo y pasan dos o tres personas más. Entonces pienso que va y Frank entendió mal y se mete por otro lado así que llego a la esquina y al poco tiempo lo veo con la cara larga, manos metidas en los bolsillos y me mira y nos reímos. Y yo avanzo hacia el mueble, porque viene otro tipo, y éste si es hardcore, anda revisando todos los zafacones con una funda al hombro, seleccionando lo que se lleva y lo que deja, y veo que al tipo no le interesa el mueble, pues se mete por otro alley y me devuelvo y veo a Frank que ya cruzó Loomis y viene casi corriendo.
Entonces agarramos el mueble y empezamos a caminar. Esta pesado, la casa lejos. Descansamos. ‘Ta difícil el asunto. Agarramos otra vez. Caminamos algunos 10 pasos. Buej.., ‘ta jodona la vaina, todavía faltan al menos 3 cuadras y media…
-¿qué tu crees Frank, cogemos un zafacón de los que tienen rueditas, montamos la vaina esta ahí, lo llevamos y después traemos el zafacón?
-Viejo, no relajes, y si esa vaina se desfonda, esos zafacones dice ahí que son propiedad de la ciudad de Chicago, tiene su dirección de donde pertenecen...
Y bueno agarramos la vaina y con tres descansos más avanzamos al menos 1 cuadra, buscando algo con ruedas, y aparece un trailer de llevar botes, encadenado a una pared, el trailer ese lo hubiésemos llevado como bueyes, Frank y yo, pero que va, tenía una cadena. y ahí seguimos, manos a la obra, pa’lante… 10 pasos, descanso, 12 pasos, más descanso, a quitar la vaina del medio porque viene un carro, mira todos estos carros que pasan y nadie se digna a ayudarnos, 10 pasos más, aguanta aguanta que se me resbala; seguimos, y uno dique yendo al gimnasio, mira ahí! full body work out, antebrazos, bíceps, triceps, espalda, pecho, piernas y de to’, dale pa’lla que ya casi llegamos a la mitad, que bajo a orina de gato tiene esta vaina… y entonces una hora después llegamos a una esquina y decidimos tomar un buen descanso y aparece un señor y luego una señora paseando un perro, ambos de ascendencia italiana, con su respectivo tumbao y acento estereotípicamente niuyorquino:
-You guys aren’t gonna leave that there, are you?- Pregunta la señora, como poniendo claros los términos de un duelo o explicándole las reglas a los boxeadores antes de que comiencen, solo le faltó decir “nada de mordidas ni golpes bajos”.
-Eh, no, we’re not, we’re just resting, we’ve been carrying it since way over there, and…- digo yo, alcanzando la respiración.
-You’re taking it home? You want furniture?- Pregunta el señor.
-Ehm…- digo yo, sin saber bien hacia donde se dirige la conversación… ¿un gancho?
-…’Cause there’s two more couches up that alley, a lamp too, a couple of other things…- Dice el señor.
-Ehm… really?
-Yes, good stuff too, you should take that one home and then go see the others. It’s right up this alley, across the street right there…
-Hmm… Gee, ok, thanks, we sure will… As a matter of fact, I think I’m gonna go check them out now.
-Yeh sure, sonny, but don’t leave that there, OK?- insiste el pana, con su acento de gangster, indicando alguna urgencia, o como que sería desagradable que dejásemos eso ahí y nadie quiere desagradarlo, ¿OK?
-Don’t worry sir, we’ve been carrying for more than an hour now, we won’t leave it, I assure you. Frank, quédate aquí, yo voy a ver y vuelvo.
Frank dice -viejo…- y ya estoy yo cruzando la calle…
Y al rato vuelvo yo con una lámpara en una mano y una mesita de noche, pequeña y con ruedas, en la otra. Le cuento a Frank todo lo que hay: un sillón de dos plazas de madera y korduroy; un sillón de una plaza, negro de vinil, hace juego con el que estamos cargando; una mesita para centro de sala; un colchón, mejor que los que tenemos; dos sillas para computadora con ruedas y todo, par de vainas más. Qué bien. Y como vamos a cargarlo? no sé, llevamos este y después vemos. Acomodé la lámpara y la mesita encima del muerto con bajo a gato y seguimos. La pareja de gangsters que andaba con su perro se contentó al ver que cargamos con nuestro muerto. Caminamos, caminamos, y justo cuando queda media cuadra, en el último descanso, viene en nuestra dirección una van, una Chevy Van, una Chevrolet Van,
-¿Y ahora?- dice Frank, -este es el dueño del mueble…
El conductor hace seña, da cambio de luces, se para al lado de nosotros y baja el vidrio. Chan chan chan chan…
-Help?- pregunta el pana con un acento marcadamente mejicano. -Help, you need? Where are you going? ¿Ayuda?
-Hola hola,- digo yo, le explico que ya estamos llegando, nada más falta media cuadra, pero que hay más cosas que queremos buscar, y que de verdad estamos muy agradecidos con su oferta. El tipo nos explica que nos vio “batallando” desde la otra cuadra, que nos pasó por al lado y no se pudo parar, que tiene que hacer un delivery y que después vuelve, que nos ayuda. Y tengo un deja vu, escucho algo a lo lejos, las nubes en el cielo cruzando sin descanso, metamorfoseando, vapor condensado en forma de una mano abierta que se cierra como apuntando a algo preparándose para caer en agua…
Esperamos un momentico ahí parados y decidimos terminar de llevar al muerto hasta la puerta trasera, ya no falta tanto. Eso hacemos, lo entramos al patio, subo la lámpara y la mesita al apartamento, conecto la lámpara, increíble: incluso el bombillo está bueno. Entonces ruedo la mesa del comedor y las sillas y todas las cosas que están en el medio, y mido el ancho de la puerta y el ancho del pasillo con el palo de la escoba y bajo. Mido el mueble, que va, no parece que quepa por la puerta de atrás. Entonces llega el tipo de la vanette, le digo mi nombre y el de Frank, nos dice que se llama Jesús, que trabaja en el restaurante Mexicano de la otra esquina. Le agradezco nuevamente, de veras que sí. Y vamos y al rato tenemos ya el mueble montado en el techo, las dos sillas en el baúl. Venimos, yo enganchado tipo cobrador de banderita agarrando las vainas del techo, llegamos a la casa, apeamos todo. Otro viaje, el sillón de una plaza para el techo, la mesita para el baúl y
–¿qué tu crees, cogemos el colchón?
–yo no sé viejo, se ve bien, es más, ‘ta mejor que los que tenemos en la casa…
–sí mano, pero eso ta tirao ahí… dejemos eso…
–viejo, ta liviano, na’ ma’ hay que jondearlo ahí arriba, se lo guardamos a Paúl para cuando venga. ¿Qué tu sabes si los que compramos donde los griegos los recogieron así como este?
Jesús agarró el colchón y resolvió todo con una sola movida, arrancamos para la casa, “Frank cobra tú ahora para que veas que cool.” Y llegamos y apeamos, y con el mismo palo que bajé para medir le entré a palos a los muebles sacudiendo el polvo y a la vez imaginándome que con estos golpes limpiaba yo los muebles de cualquier otra cosa que pudiesen tener, me imagino que con esa fuerza y determinación que imparto los golpes, secos, contundentes, bien determinados, cortando la brisa, con esa fuerza y determinación estoy dispuesto a luchar, a cortar con lo que no me sirve,… le paso el palo a Frank, que cool es entrarle a golpes a los cojines, le da unos palos ahí y me dice que no con la cabeza, la lengua le llega a la cintura. yo reaunudo mis actividades, esta vez con el doble de energía, y de repente oigo unas risas, una abuelita italiana del edificio de al lado mirándome, es un colchón, le digo, have fun, me dice, y se ríe así como quien dice, “pa’ que le coja con tirarle piedras a los carros... o con entrarle a palos a una gente… esta juventud, ay Dios…” y lo subimos todo entre Frank y yo. El muerto mayor lo dejamos al lado del cuarto de la lavandería, pues habrá que medir si cabe por la puerta de adelante y habrá que buscar a una 3ra o hasta 4ta persona para que nos ayude. Y otro deja vu:
A y ú d a t e q u e y o t e a y u d a r é
Gracias por la oportunidad, y por poner todo en su sitio, de verdad que sí. Guíame a ser tu instrumento para ayudar a los demás, ayúdame a ver mis defectos y a superarlos para poder servirte mejor. Ayúdame a aprovechar cada oportunidad que se presente para servirte a través de mi realización y la de los seres que están a mi alrededor. Ayúdame a seguir, a sobrepasar los obstáculos, a conquistar mis debilidades y temores y a ponerlos a trabajar para el bien, para traer tu Reino a la Tierra. Gracias. Gracias. Gracias.
Frank se ríe porque en realidad el parque no se llama así, le decimos así en alegoría al parque Colón de allá de la zona… entonces con mi voz normal le explico y acordamos juntarnos ahí en la esquina. Espero, espero, me alejo del mueble y llego a la esquina, miro hacia el parque y nada de Frank, miro hacia el mueble que está a media cuadra de donde estoy yo, y veo que viene un tipo, me apresuro para llegar primero que él al mueble, y preparo la frase “sorry, it’s already taken, I’m just waiting for my pickup” para decírsela en caso de que me viniera a saltar con alguna movida o que le interesase MI mueble. Y me quedo cerca del mueble, MI mueble, hasta que se va el tipo y pasan dos o tres personas más. Entonces pienso que va y Frank entendió mal y se mete por otro lado así que llego a la esquina y al poco tiempo lo veo con la cara larga, manos metidas en los bolsillos y me mira y nos reímos. Y yo avanzo hacia el mueble, porque viene otro tipo, y éste si es hardcore, anda revisando todos los zafacones con una funda al hombro, seleccionando lo que se lleva y lo que deja, y veo que al tipo no le interesa el mueble, pues se mete por otro alley y me devuelvo y veo a Frank que ya cruzó Loomis y viene casi corriendo.
Entonces agarramos el mueble y empezamos a caminar. Esta pesado, la casa lejos. Descansamos. ‘Ta difícil el asunto. Agarramos otra vez. Caminamos algunos 10 pasos. Buej.., ‘ta jodona la vaina, todavía faltan al menos 3 cuadras y media…
-¿qué tu crees Frank, cogemos un zafacón de los que tienen rueditas, montamos la vaina esta ahí, lo llevamos y después traemos el zafacón?
-Viejo, no relajes, y si esa vaina se desfonda, esos zafacones dice ahí que son propiedad de la ciudad de Chicago, tiene su dirección de donde pertenecen...
Y bueno agarramos la vaina y con tres descansos más avanzamos al menos 1 cuadra, buscando algo con ruedas, y aparece un trailer de llevar botes, encadenado a una pared, el trailer ese lo hubiésemos llevado como bueyes, Frank y yo, pero que va, tenía una cadena. y ahí seguimos, manos a la obra, pa’lante… 10 pasos, descanso, 12 pasos, más descanso, a quitar la vaina del medio porque viene un carro, mira todos estos carros que pasan y nadie se digna a ayudarnos, 10 pasos más, aguanta aguanta que se me resbala; seguimos, y uno dique yendo al gimnasio, mira ahí! full body work out, antebrazos, bíceps, triceps, espalda, pecho, piernas y de to’, dale pa’lla que ya casi llegamos a la mitad, que bajo a orina de gato tiene esta vaina… y entonces una hora después llegamos a una esquina y decidimos tomar un buen descanso y aparece un señor y luego una señora paseando un perro, ambos de ascendencia italiana, con su respectivo tumbao y acento estereotípicamente niuyorquino:
-You guys aren’t gonna leave that there, are you?- Pregunta la señora, como poniendo claros los términos de un duelo o explicándole las reglas a los boxeadores antes de que comiencen, solo le faltó decir “nada de mordidas ni golpes bajos”.
-Eh, no, we’re not, we’re just resting, we’ve been carrying it since way over there, and…- digo yo, alcanzando la respiración.
-You’re taking it home? You want furniture?- Pregunta el señor.
-Ehm…- digo yo, sin saber bien hacia donde se dirige la conversación… ¿un gancho?
-…’Cause there’s two more couches up that alley, a lamp too, a couple of other things…- Dice el señor.
-Ehm… really?
-Yes, good stuff too, you should take that one home and then go see the others. It’s right up this alley, across the street right there…
-Hmm… Gee, ok, thanks, we sure will… As a matter of fact, I think I’m gonna go check them out now.
-Yeh sure, sonny, but don’t leave that there, OK?- insiste el pana, con su acento de gangster, indicando alguna urgencia, o como que sería desagradable que dejásemos eso ahí y nadie quiere desagradarlo, ¿OK?
-Don’t worry sir, we’ve been carrying for more than an hour now, we won’t leave it, I assure you. Frank, quédate aquí, yo voy a ver y vuelvo.
Frank dice -viejo…- y ya estoy yo cruzando la calle…
Y al rato vuelvo yo con una lámpara en una mano y una mesita de noche, pequeña y con ruedas, en la otra. Le cuento a Frank todo lo que hay: un sillón de dos plazas de madera y korduroy; un sillón de una plaza, negro de vinil, hace juego con el que estamos cargando; una mesita para centro de sala; un colchón, mejor que los que tenemos; dos sillas para computadora con ruedas y todo, par de vainas más. Qué bien. Y como vamos a cargarlo? no sé, llevamos este y después vemos. Acomodé la lámpara y la mesita encima del muerto con bajo a gato y seguimos. La pareja de gangsters que andaba con su perro se contentó al ver que cargamos con nuestro muerto. Caminamos, caminamos, y justo cuando queda media cuadra, en el último descanso, viene en nuestra dirección una van, una Chevy Van, una Chevrolet Van,
-¿Y ahora?- dice Frank, -este es el dueño del mueble…
El conductor hace seña, da cambio de luces, se para al lado de nosotros y baja el vidrio. Chan chan chan chan…
-Help?- pregunta el pana con un acento marcadamente mejicano. -Help, you need? Where are you going? ¿Ayuda?
-Hola hola,- digo yo, le explico que ya estamos llegando, nada más falta media cuadra, pero que hay más cosas que queremos buscar, y que de verdad estamos muy agradecidos con su oferta. El tipo nos explica que nos vio “batallando” desde la otra cuadra, que nos pasó por al lado y no se pudo parar, que tiene que hacer un delivery y que después vuelve, que nos ayuda. Y tengo un deja vu, escucho algo a lo lejos, las nubes en el cielo cruzando sin descanso, metamorfoseando, vapor condensado en forma de una mano abierta que se cierra como apuntando a algo preparándose para caer en agua…
Esperamos un momentico ahí parados y decidimos terminar de llevar al muerto hasta la puerta trasera, ya no falta tanto. Eso hacemos, lo entramos al patio, subo la lámpara y la mesita al apartamento, conecto la lámpara, increíble: incluso el bombillo está bueno. Entonces ruedo la mesa del comedor y las sillas y todas las cosas que están en el medio, y mido el ancho de la puerta y el ancho del pasillo con el palo de la escoba y bajo. Mido el mueble, que va, no parece que quepa por la puerta de atrás. Entonces llega el tipo de la vanette, le digo mi nombre y el de Frank, nos dice que se llama Jesús, que trabaja en el restaurante Mexicano de la otra esquina. Le agradezco nuevamente, de veras que sí. Y vamos y al rato tenemos ya el mueble montado en el techo, las dos sillas en el baúl. Venimos, yo enganchado tipo cobrador de banderita agarrando las vainas del techo, llegamos a la casa, apeamos todo. Otro viaje, el sillón de una plaza para el techo, la mesita para el baúl y
–¿qué tu crees, cogemos el colchón?
–yo no sé viejo, se ve bien, es más, ‘ta mejor que los que tenemos en la casa…
–sí mano, pero eso ta tirao ahí… dejemos eso…
–viejo, ta liviano, na’ ma’ hay que jondearlo ahí arriba, se lo guardamos a Paúl para cuando venga. ¿Qué tu sabes si los que compramos donde los griegos los recogieron así como este?
Jesús agarró el colchón y resolvió todo con una sola movida, arrancamos para la casa, “Frank cobra tú ahora para que veas que cool.” Y llegamos y apeamos, y con el mismo palo que bajé para medir le entré a palos a los muebles sacudiendo el polvo y a la vez imaginándome que con estos golpes limpiaba yo los muebles de cualquier otra cosa que pudiesen tener, me imagino que con esa fuerza y determinación que imparto los golpes, secos, contundentes, bien determinados, cortando la brisa, con esa fuerza y determinación estoy dispuesto a luchar, a cortar con lo que no me sirve,… le paso el palo a Frank, que cool es entrarle a golpes a los cojines, le da unos palos ahí y me dice que no con la cabeza, la lengua le llega a la cintura. yo reaunudo mis actividades, esta vez con el doble de energía, y de repente oigo unas risas, una abuelita italiana del edificio de al lado mirándome, es un colchón, le digo, have fun, me dice, y se ríe así como quien dice, “pa’ que le coja con tirarle piedras a los carros... o con entrarle a palos a una gente… esta juventud, ay Dios…” y lo subimos todo entre Frank y yo. El muerto mayor lo dejamos al lado del cuarto de la lavandería, pues habrá que medir si cabe por la puerta de adelante y habrá que buscar a una 3ra o hasta 4ta persona para que nos ayude. Y otro deja vu:
A y ú d a t e q u e y o t e a y u d a r é
Gracias por la oportunidad, y por poner todo en su sitio, de verdad que sí. Guíame a ser tu instrumento para ayudar a los demás, ayúdame a ver mis defectos y a superarlos para poder servirte mejor. Ayúdame a aprovechar cada oportunidad que se presente para servirte a través de mi realización y la de los seres que están a mi alrededor. Ayúdame a seguir, a sobrepasar los obstáculos, a conquistar mis debilidades y temores y a ponerlos a trabajar para el bien, para traer tu Reino a la Tierra. Gracias. Gracias. Gracias.
3 comentarios:
me tienta dejar la escena para que mi mimaginacion le ponga escenografia. Tienes algunas fotos del lugar?
D - lecheconborraja.blogspot.com says:
hay pics, pero no los tengo yo
D - lecheconborraja.blogspot.com says:
la gente que ha visitado tira pics y se los lleva, a veces mandan.. a veces no..
Hahahaha.. dique cobra tu.
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