02 marzo, 2005

examenes y reuniones

Wednesday, March 02, 2005 (12 hasta 2 y pico)

Y de pronto me levanto y me baño y medito y me desayuno y preparo mi leche con borraja y demás yerbas y escucho el viento que aun silba desde la noche anterior y voy a la tintorería y dejo una chacabana blanca para que el invierno la planche. Y después camino contra el viento y llego media hora tarde a la clase para oir un seminario del invencible Tim Jonson que me recuerda acerca del examen de la tarde que me toca en su clase. Y se termina la clase de diseño de cuestionarios y otra vez contra el viento voy con Frank rumbo al Subway a comer un sanduche de pechuga de pavo, cebolla, lechuga, espinaca, NO gracias no le pongas jalapeños, pimentón sí, espinaca, aceitunas negras, zanahoria rallada y orégano; y tener que pagar 3.81 porque todavía me faltan dos estampillas para completar el cupón para recibir un sanduche gratis. Y de ahí Frank quiere una dona y justo antes de que entre al Donkin Donuts le salvo la vida recordándole que en el super de al lado cuestan 50 centavos frente a los 75 de Donkin. Y así después de un rato llevo 2 cajas de granola en especial mas dos berenjenas gigantes y una botella de jugo de zanahoria al rastro. Y así seguimos hasta la casa para repasar escasamente el material inentendible sobre el cual nos toca examinarnos. Preparo otra leche con borraja, que sube, que sube. Y así suena el reloj despertador para que se abra la puerta, para que bajemos las escaleras y caminemos otra vez contra el viento, hasta cruzar la avenida, y decidir mejor tomar la guagua para ir leyendo en el camino. Sin mucho reparo aparece el edificio de 28 pisos y halo la cuerda y suena la campanita y luego los frenos hidráulicos junto con la puerta y otra vez el viento que se entra por debajo del coat que me llega hasta medio muslo. Y ahora pica el sol un poco, pero al frio no le importa, el sol aquí es decorativo, está ahí representando algo, y cortamos por el parqueo de carros blancos y charcos congelados hasta llegar a la entrada del metro para ver a los gringuitos que pretenden correr para que no les deje el tren. Es gracioso como corren los gringos, es como una contradicción: …tengo que darme rápido sino me deja el tren! pero ¡ay! Me van a ver las demás personas, o ¡ay! Se me caen los libros o se me doblan los tobillos por los tacos o si corro mucho va y sudo o me despeino o se me desbarata el look. Entonces no se deciden y el tren sigue raudo sin mirar atrás. Pasada la estación suena la tarjeta pasando por la ranura de seguridad de la puerta y luego una lucecita verde que pestaña y quita el seguro por unos segundos. Empujar la puerta, subir las escaleras, empujar otra puerta, ver mi reflexión acercarse y deformarse en un espejo redondo de la esquina superior de un cuarto que lleva a otra puerta, para detenerme un instante en la duda de si dejo los materiales de clase escondidos debajo del teléfono público para luego a mitad del examen “ir al baño” y hacer una consulta. Desecho la duda, sigo caminando para empujar otra puerta y luego doblar un pasillo hasta llegar a la puerta del curso, cerrada y en silencio. Sin más empujo otra vez otra puerta y la bulla que hago no logra desconcentrar a todas las cabecitas magnetizadas por las preguntas del examen. Más bulla mientras me quito torpemente los guantes, luego el gorro, para meter los primeros en el segundo y todos a la vez en el bolsillo derecho del coat, para recibir los papeles del examen con un cuadernillo de 16 hojas para las respuestas. Ruedo la silla, esta vez sin bulla, y descanso a La Vanguardia en el espaldar para hacer mímica de que me voy a sentar y justo cuando me siento, volverme a parar a sacar el gorro y los guantes del bolsillo para poder coger mi lápiz con borra gastada y dos lapiceros y poder comenzar con el examen. Leo el examen entero dos veces y no hay por donde entrarle, paso las paginas, pienso en lo bolsa que fui por no haber dejado mis apuntes en el teléfono público, respiro, lo leo otra vez, empiezo a escribir ideas al lado de las preguntas, y poco a poco empiezo a desarrollar algunas preguntas. Y de repente estoy solo en el curso y aun quedan preguntas en blanco. De repente un impulso me toma de la mano y me ayuda a escribir con estallidos de creatividad para no dejar nada vacío y lleno todo y me siento excelentemente bien de no haber plantado el chivo pues de haberlo hecho hubiese estado pendiente a eso lo cual hubiese impedido mi concentración; entonces leo todo el examen, lo entrego, y busco a Frank que está unificado a una computadora del laboratorio escribiendo algo. -¿Y que fue viejo, tu no pensabas terminar?- Respiro. Salimos. Al greek town, que en realidad son dos calles, para comprar un backlava y mirar esta vez al viento en la cara durante las 10 ó 12 cuadras que nos traen de vuelta a la casa. Y antes de entrar con las manos congeladas que no distinguen si agarré las llaves o el lapicero o un ovni me detengo: la tintorería al cruzar la calle, la chacabana, la ironía. Yo que siempre mantuve un discurso acerca de lo inapropiado que son los trajes en los países tropicales como el mío, y sin embargo me los puse, y ahora en el norte ventorroso y abrasivo ando con una chacabana. Y subo en vez, y entro a la habitación pequeña para poner Olé Coltraine y ponerme la ropa también, Frank en el baño peinándose. Y con una camisa mangas cortas, un sweater cuello V y unos kakis de combate me lanzo nuevamente, con La Vanguardia (antiguamente conocida como La Venganza) en su lado reversible presuntamente más presentable, en contra del frío. Al muy poco tiempo los kakis se me rinden, las canillas congeladas, el plástico o PVC o no se de qué vaina es que está forrada La Vanguardia está completamente fría por dentro, la guagua no pasa, y estamos tarde otra vez. Frank espera en la esquina, se cierra El Albornoz y sube el zipper, yo entro a un hotel, preparo a La Vanguardia como usualmente la preparo, con el plástico para afuera y el lado acolchado para adentro, y me lanzo a correr hacia la esquina porque Frank me hace señas de que ya viene la guagua. Y era cierto, pero no era la guagua adecuada. Entonces seguimos caminando para ir ganando tiempo y pasamos incluso otra parada de guagua y nada. Entonces cruzamos otra calle y ya faltando tan solo una cuadra para llegar al edificio de 28 pisos viene la guagua. Corremos en el sentido contrario al que íbamos, o sea, nos devolvemos, para tomar la guagua. Y sin bien sentarnos y acomodarnos, halo la cadena y otra vez la combinación de sonidos y la puerta que se abre y nos desmontamos y penetramos al edificio por las puertas corredizas y vemos al equipo de seguridad y esperamos el ascensor y el ascensor no marca piso 28 así que subimos hasta el 27. Y cuando llegamos empezamos a mirar y seguimos a un guardia de seguridad y llegamos a una mesa donde nos esperan algunos carnés de identificación, el mío: con Nombre y Apellido, INTERNATIONAL FELLOW at UIC. El pana de la mesa nos dice que ya deben estar comiendo el postre y nos despoja de nuestras armaduras. Tomamos otro ascensor que va del 27 al 28 y llegamos al 28, donde hay un pasillo rectangular que perimetra a un gran salón. El pasillo tiene entradas al salón y dando vueltas sin sitio, al pasar frente a las entradas, distinguimos las figuras de las personas que están sentadas comiendo. Me siento en uno de los sofás del perímetro, sin saber qué hacer. Quería que Frank entrara adelante, él me mira, me pongo de pie y me lanzo al salón. Nora está del otro lado y hablando con unas personas. No hay dos sillas vacías contiguas para mí y para Frank. Entonces aparece Jeannie y caminamos hacia donde ella, ella sonríe pues inevitablemente nota el desubique que traemos encima y el choque producido por ser las únicas dos personas que andaban sin trajes ni sacos ni chalequitos. Al lado de ella hay una silla con el nombre de Frank, y me indica que en algún lugar del lateral largo de la mesa hay una silla con mi nombre. Y también con una cartera. Halo la silla y la cartera permanece ahí, nadie responde por ella, entonces cortésmente pregunto de quién es y si me puedo sentar; era sumamente incómodo ser la única persona parada en todo el salón. Entonces tomo asiento. La ensalada estaba un poco mareada: espinaca, lechuga, zanahoria rayada, repollo morado y tomaticos cherry. Hmm. Pongo la servilleta de tela encima de mis piernas y observo todo el salón, a una distancia de 5 ó 6 personas está sentado el presidente, enfrente mío está Rafael Núñez (que no se corresponde con quien yo pensaba que era Rafael Núñez) y él mismo se introduce como Rafael Núñez, profesor de lenguas romances en UIC, de origen dominicano; qué raro todo esto, porque Rafael Núñez se llama el director de prensa de la presidencia que también estaba supuesto a estar ahí y al parecer no fue. Rafael Núñez profesor me pregunta que quién soy y que qué hago ahí de manera muy cortés, claro, y con otras palabras quizás; yo no puedo responder porque tengo la boca llena, y él me dice que mejor aproveche porque ya casi iban a quitar la ensalada, yo sonrío y sigo masticando, masticando, con calma, estaba muy buena la ensalada, sistemáticamente fui sacando los pedazos de repollo morado y los tomaticos permanecieron intactos. Y al fin trago y empiezo a hablar pero Rafael Núñez está conversando ya con otras personas y no encontré la manera de interrumpir más marcadamente para que oyera mi respuesta. Entonces pestañeé. Tomé otro bocado de ensalada y justo detrás de mí estaba Nora, que me dice que quiere que conozca a alguien. Nos lleva a mí y a Frank justo hacia donde un secretario sin cartera que había visto muchas veces en la prensa, y hacia donde la secretaria de educación a quien no había visto nunca. Del otro lado del salón veo que pasa un mozo y le mando una señal mental para que no retire mi ensalada, por favor, no te la lleves, yo vuelvo ahora, y en lo que esto sucede el secretario de estado ya esta de pie y yo sigo detrás de él y de repente el presidente está de pie y él nos presenta. Entonces nos damos la mano, y veo otro mozo que pasa y se queda mirando mi plato. El presidente me pregunta que cómo anda todo, sorprendentemente sabía algo de mi background académico y estuvo preguntándome algunas cosas, Frank, antes siempre tímido, estaba feroz con el verbo, yo solo buscaba el momento apropiado para decirle: Presidente, ¡Bahía de las Águilas! Y el momento no llegó y entonces le dije como quiera pero él permaneció hablando con Alan y espero que mis palabras las haya registrado al menos en el inconsciente. Intercambiamos algunas otras palabras, preguntó acerca de nuestro programa de estudios y de cómo va todo aquí, él nos desea mucho éxito y toma asiento y nosotros le damos las gracias y nos dirigimos a nuestros lugares prestados. Terminé de comer la ensalada mientras repartían unos platos con salmón, puré de papas, espárragos zanahorias y “finas yerbas” (blah, perejil y albahaca seca igual que la que compro en el mercado modelo); una joven muy amable intercambió mi plato vacío por uno lleno y en el transcurso la señora de al lado comenta algo acerca de mi nombre, de que le gusta mi nombre, que mi nombre es un nombre griego, de cómo terminé yo con ese nombre siendo dominicano, y entonces comienzo a contarle acerca de mi padre, y de mi abuelo, entonces me dice que mi apellido es francés, entonces hablamos de eso, y me pregunta que si conozco a un pana filósofo que tiene mi mismo nombre, yo le digo que hubo varios filósofos famosos en Grecia que usaban mi nombre (debí decir que también yo era filósofo de vez en cuando) y le cuento algo del cínico, y me pareció que ella se sabía mejor esa historia pero estaba fascinada en ver mi versión de la misma (que tiene unas variantes!) y por ahí seguimos hablando y luego con la gente de enfrente y luego a comer y luego a hablar con la muchacha que estaba sentada del otro lado que me empieza a hacer una entrevista de listin2000 acerca de mi futuro y mi carrera y los planes de vida y de lo que mas me gusta de la investigación y me pregunta mi edad, y yo respondo que hoy precisamente debo de tener como 17, ella obviamente no entiende y procedo a explicarle cómo cada día mi edad varía dependiendo de las actividades que realizo y de la manera en que me siento y decido vivir; por ejemplo, hoy 17 porque me sentía como un estudiante de 4to de bachillerato para el cual coincidió el día de las pruebas nacionales con la graduación, pero antes de venir a Chicago estaba cerca de los 30 porque estaba trabajando a tiempo completo en una oficina de lunes a viernes -y encima dando clases en la universidad y encima como investigador principal en un proyecto y tomando las clases de ejecución fundamental y demás-, pienso, pero no le digo, pues ella se ríe y al fin entiende, y antes de que continúe enumerando mis otras actividades, me dice que esa es su vida (trabajar a tiempo completo en una oficina), y que ella tiene 28, y que de todas formas le diga mi edad real, yo le digo que tengo 25. Y al parecer perdió interés. Entonces se llevaron los platos vacíos e inmediatamente trajeron un pedazo de cheesecake para cada persona de la mesa, en total, algunos 60 pedazos, y yo no sabía bien lo que era y como que no estaba por entrarle. Y sigo hablando con mis vecinos (excepto la jeva de 28 que perdió interés) y el cheesecake está bueno y de repente Alan está de pie y empieza un discurso y sigue hablando y nos mira a mi y a Frank y yo dejo de comer cheesecake por si me toca decir unas palabras, y Alan habla y explica acerca del programa de internacional con UIC y de las cosas que vienen por ahí y de los puntos nuevos que conversó con el presidente y de algunas otras cosas por las que trabajaré para poder creerlas cuando las vea concretizadas, y Alan se sienta y la gente aplaude y yo como cheesecake. Inmediatamente se para el presidente para explicar lo mismo pero en español, para que los periodistas puedan entender todo, y sigue abundando y yo decido comer cheesecake otra vez, porque estaba muy bueno y hasta donde sabía, el presidente podría quedarse hablando toda la noche, y al momento de hablar del programa con UIC nos pide a mí y a Frank que nos pongamos de pie para que la gente nos vea y nos reconozca, y bueno, me pongo de pie y sonrío y hago algo así como una reverencia con la boca llena pero sin masticar, y sonrío, y miro a Frank que también tiene la boca llena (nos agarraron a los dos!) y vuelvo y me siento y abandono el cheesecake porque me empalaga. Entonces el presidente termina su discurso y se da cuenta que habló mas de la cuenta y de que ahora la gente que solo habla inglés no entendía todo lo que había dicho; y procede a traducir las partes que dijo en español y que Alan tampoco dijo en inglés, pero termina traduciendo todo y dando el discurso otra vez, el propio y el de Alan, pero en inglés, y estoy yo ahí sentado pensando en lo hueco que era ese discurso para oírlo tres veces la misma noche, no me explico porqué seguirá él insistiendo en transferencia de tecnología y perpetuar las relaciones desiguales que nos mantienen subordinados como pueblo, sin al menos hacer consciencia de esas relaciones en el plano discursivo; mejor asumir la perspectiva imperialista, “para que nos desarrollemos necesitamos la ayuda del imperialismo” pero, por Dios, las potencias mantienen su estatus precisamente porque se benefician de sus relaciones con el tercer mundo (y de que sigamos recorriendo y recorriendo las vías del desarrollo sin llegar a ningún lao): ensamblar los carros y recibir la ayuda y firmar los contratos y los TLC y coser la ropa e ir de viajes a comprarla cuando pasa de moda para importarla y revenderla, y competir a ver quién ofrece la mano de obra más barata y las condiciones más favorables para la explotación de sus masas hambrientas; encima, la tecnología es un producto cultural y no se transfiere así sin más... ¿alienación-disociación de nuestra realidad cultural…? es una posición difícil la de él; eso no es excusa, más dificil es morirse de hambre… algo está haciendo ¿algo está haciendo? un metro, por ejemplo… jaja. son pasos lentos, es todo un sistema, el personaje que le toca representar viene con libreto prediseñado; alguien lo tiene que asumir en lo que se prepara la consciencia para el próximo paso… desde algún punto hay que trabajar y darse cuenta de lo que somos… y entonces le mando luz, iluminación, discernimiento, fuerza, espadas de llama azul para cortar con las ataduras, salud, visión, que se pueda conectar y trabajar para la Evolución, aunque sea para la suya propia y desde ahí ir partiendo, y le deseo lo mejor; entonces veo que en él no hay una maldad o una negligencia o un deseo de hacer las cosas mal, es más un dejar hacer escondido en democracia retrógrada que puede muy bien prestarse para todo, acompañado de una tendencia a abrir más puertas de las que puede manejar y dejar que muchas de las cosas buenas que sí puede manejar se escapen por esas puertas que él mismo abrió, y me concentro y continúo llenando el salón de luz, y más luz, y discernimiento y salud y entereza y honestidad y templanza, y entonces termina y la gente aplaude, y entonces un periodista pregunta algo, y entonces él responde, da las gracias, e indica que se marcha. Instantáneamente todo el mundo se para, un conglomerado a su alrededor, un periodista que viene adonde mí y me hace preguntas. Este por lo menos anota las respuestas, un tipo muy amable, me tomo el tiempo de conversar con él, de preguntarle como está, de cómo le va, y demás; y luego viene Frank y me presenta a un señor muy alegre que emprende un dialogo con el periodista y le digo a Frank que escapemos por la derecha y nos dirigimos hacia donde el presidente, esta vez decidido yo a hablarle acerca de Bahía. Pero esta vez era más difícil porque había más gente y más gente y no nos dan chance a acercarnos y Nora sale y nos dice que nos tomemos una foto y así estamos al lado del presidente y no aparece una cámara y él nos dice que Tim el invencible le dio muy buenas referencias de nosotros, y nos felicita y nos incita a permanecer en “La Vanguardia” y Frank se empieza a reír y se arregla un poco el pelo que se le está por escapar de la cola, y aparece una cámara y nos toman una foto (vaya usted a ver, ahora la tarea será conseguir esa foto) y el presidente se despide y nos desea mucho éxito otra vez, nos informa que llevará buenas noticias de nosotros a las personas que trabajan con él allá en RD. Y entonces se marcha y nos quedamos Frank y yo hablando con Nora y salimos del salón y tomamos el ascensor y bajamos y rescatamos a nuestros coats que eran los últimos en el perchero y volvemos a bajar y nos lanzamos al frío y caminamos hacia la casa, pensando yo, mira que bien, un día en una tocadera desafinada con unos chamaquitos borrachos; otro día en Belmont viendo gente traficar estupefacientes; otro, en playa Caribe, siendo el agua viento y la arena nieve, caminando sin remedio contra la tormenta; otro en Guachupita, mirando por la ventana a ver si el carro todavía está ahí; otro a las 12:00 de la noche en el mismo edificio con los 28 pisos completamente vacíos, terminando un trabajo; otro en un avión con una maleta llena de yerbas y raíces; otro con cuatro días sin bañarme en agua dulce ni saber de desodorante acampando en bahía de las águilas; otro remangado, echando agua, cepillando, trapeando y lavando la nueva casa con amoníaco; otro codeándome con los círculos intelectuales de Chicago; otro tendido en el pasto viendo la historia de la creación desarrollarse en el cielo y las nubes; otro cenando en La Lasaña observándome a mí mismo con un nudo en el estómago, y soltando, por primera vez; otro agradeciendo a la vida con lágrimas en los ojos; otro inventando nuevas palabras y medidas estadísticas para no dejar el examen en blanco; otro mudando la piel en una cama desconocida; otro, en casa de mi Maestra, completamente solo, haciendo hoyos con un taladro industrial y comprendiendo claramente, en ese acto, cosas importantísimas de mi vida; otro despidiéndome y corriendo mis dedos por los rizos de una chica que amo; otro reinterpretando un cd que escuché por primera vez y me cambió la vida hace más de 10 años; otro apretado con un spring en la nalga y un codo incrustado debajo del ala; otro perdido en la Ciénaga viendo como todo se inunda; otro caminando, caminando, viendo los ángeles bailar a mi lado.

Y muchos otros, en adelante, rodeándome de luz y agradeciendo a la vida y a Dios por todo.