11 octubre, 2006

El Ensayo

Y la señora de al lado sigue con sus tareas cotidianas: llamadas telefónicas, repasar y cuadrar presupuestos, reuniones, formularios, reportes, interrumpir las reuniones para las llamadas urgentes (y viceversa), decisiones estratégicas, cómo optimizar el sistema, run papers through the shredder’s hum, y queseyoqué otras cosas unte a su pan de cada día… el que se come por al menos 9 horas, (¡) CADA DIA (!), de Lunes a Viernes... 9 horas si asumimos optimismo frente al tránsito, y tacañería frente a las horas que dura para llegar de su casa hasta acá, y viceversa... y claro al llegar a la casa quiénsabecuál será su historia.

Igual, al ser mujer y madre en este país, las estadísticas nos dicen que es muy probable que llegue a su cómodo hogar para encender el televisor y seguir con la segunda jornada con algún noticiero o sitcom o telenovela de fondo. Al menos tiene electrodomésticos de su lado que le ayudan a ahorrar tiempo y esfuerzo, a gastar más agua, más luz (de bombillos, claro), más electricidad ... [petróleo, al fin] ... para poder mantener el estandar de vida y poder durar sus 9 horas en su otro trabajo que sí le paga formalmente. Buy this car to go to work, go to work to pay for this car. Por suerte tiene un puesto académico en una universidad decente en una metrópolis de una de las actuales potencias mundiales. Eso es, en términos materiales y de acuerdo al modelo de desarrollo actual, mejor que [insertar fracción alarmante aquí: 7/8, quizás?] del resto de las mujeres del mundo. Es una persona visible pues paga sus impuestos, compra lo que quiere, es un ente económico. O eso creo.

Yo aquí ojos abiertos sentado de este lado del biombo de papier maché y tachuelas y cinta adhesiva y post-it's y manchas enmudecidas con pintura, con Elliot Smith y John Fahey y Esem y sus sustancias flotando entre mis venas y orejas, frente a un monitor teñido de dedos y bajo el alumbramiento artificial que rebota principalmente azul y verde de cada pigmento circundante, y que parpadea 120 veces por segundo según las espicificaciones de manufactura y desempeño óptimo. Y creo que falta un verbo en esa oración pero no estoy en eso ahora. El monitor a su vez parpadea 60 veces por segundo y de tener yo una ventana cerca pensaría más seguido en cómo se vería éste en caída libre desde el 6to piso. Y todas las personas aquí, mayores de 30, tienen lentes.

Y una vez cada dos horas pasa mi jefe por el pasillo, con sus lentes, pálido, haciendo algún gesto de saludo, moviendo los labios, y pronunciando algunas palabras cuyos sonidos desconozco. Yo le aprecio mucho, alzo un brazo, le deseo lo mejor, y a la vez escribo lkdaflkjdlfkje o algún otro garabato aquí para que él oiga las teclas. Esto, claro, si coincide su pasada con yo estar sentado aquí en el medio del pasillo, y no de pie buscando inútilmente las ventanas o barajando o tomando mi break de cada 20 mins. Y el panorama robado de sus propios sonidos es algo cómico, tan cómico que no sé cómo aguantan y siguen caminando sin echarse a reir.

Yo aquí sentado, haciendo el ejercicio, haciendo el ensayo, pretendiendo a que de verdad trabajo, a que de verdad puedo permanecer aquí las 20 horas semanales que mi medio tiempo supone. Al fin esto es lo que me paga las vainas y lo que me permite distribuir el resto del tiempo en las cosas con las cuales no tengo que pretender... o que pretendo, pero más de acuerdo a mis parámetros. O a los parámetros que me gustarían... [...]

Los mejores bombillos pestañan 20,000 veces por segundo. Son tan caros actualmente que ni precio tienen en el mercado y la distribución es prácticamente inexistente [excepto por estos fantasmas, que no actualizan su pag desde el 2004]. En el invierno, las 9 horas de la primera jornada de mi compañera incluirían la totalidad del tiempo que dura el Sol al hacer su recorrido. Ella no disfrutará su Luz viva que no parpadea, ni su espectro de color aparentemente 'completo', el mismo que empezó el diseño de nuestros ojos a lo largo de nosécuántos millones de años de evolución, desde el primer ser biológico que comenzó a intuir la visión en este sistema, hasta hoy en día, cuando ya hemos hecho consciencia de nuestra evolución y aún no la aplicamos salvo en limitadas ocasiones.

A buscar más Luz, más colores, digo yo... a empujar nuestros umbrales de precepción, desde nuestra biología, a ver más allá. El Sol está ahí, gratis, incondicional, incesante. Solo falta estar con él al menos unos minutos cada mañana, abrir las cortinas, hacerle hoyos a la pared, o terminar de salir del jodido edificio... s e i s d o s p u n t o s c e r o c e r o pe eme. Time is Up. Whatever that means. Me fui!

1 comentario:

martianegg dijo...

abandonaste?